![Libro en playa con piedras](https://static.wixstatic.com/media/c330db_e65cc62f37e44355a3d0f43f4be36c03~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_654,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/c330db_e65cc62f37e44355a3d0f43f4be36c03~mv2.jpg)
En un artículo anterior definía lo que significa la energía Alfa y Omega, así como las consecuencias que acarrea su exceso o su déficit. Del mismo modo, incluí algunas reflexiones sobre las bondades de lograr su equilibrio.
Quedó pendiente para una próxima ocasión (precisamente esta) el compartir sendos tips que nos puedan ayudar a seguir avanzando en este apasionante camino de crecimiento profesional (¡y personal!) a través de la gestión de nuestra esencia Alfa y Omega.
La premisa es trabajar en pro del equilibrio entre estas dos energías, con el bien entendido de que ese equilibrio nos genera mayor bienestar y nos facilita desplegar con mayor facilidad nuestros dones y habilidades. Bien.
POTENCIAR MI ENERGÍA ALFA
Imaginemos que, para conseguir ese preciado equilibrio, necesitas potenciar tu esencia Alfa. La pregunta que normalmente nos surge es ¿cómo lo hago? La respuesta puede ser vasta, pues el terreno a abordar es significativo.
Sintetizando te diría que, si quieres potenciar tu lado Alfa, necesariamente tendrás que desarrollar en mayor grado esos atributos que lo caracterizan. Recuerda que Alfa es la identificación de la energía masculina y que correlaciona con la mente racional y está enfocada en el hacer. Es una energía pragmática, analítica, capaz de tomar decisiones y de poner límites. Ese tipo de energía que necesitamos si queremos llevar a cabo un proyecto o hacernos respetar.
Para que sea viable alcanzar este objetivo, voy a proponerte cinco tips.
Cinco tips para potenciar tu energía Alfa
Entrena tu mente racional. Una manera de entrenarla es jugando al ajedrez o haciendo sudokus y rompecabezas.
Enfócate en el hacer. Puedes coger un tema sobre el que tengas que tomar una decisión y hacer una lista de pros y contras. Cuando hayas tomado la decisión, prioriza y planifica las acciones que tienes que llevar a cabo.
Conecta con tu fuerza. Un camino es ejercitándote en boxeo, haciendo pesas o con dinámicas de cardio. Ten en cuenta que la fuerza nos conecta con la valentía y la osadía, dos atributos esenciales de la energía Alfa.
Ponle freno a la evasión. Pregúntate con frecuencia por qué y para qué estás haciendo lo que haces de forma que conectes con la practicidad de lo que te ocupa en este preciso momento. Se trata de dejar de irnos por los cerros de Úbeda.
Coloca límites y señala líneas rojas. La energía Alfa es una energía que contiene, la que fluye es la energía Omega. Imagínatela como un gran contenedor donde ocurren las cosas que tú quieres que ocurran. Para ello, es preciso que tengas claro tus límites, esas barreras que nada ni nadie puede franquear sin tu permiso. Empieza estableciendo límites en un entorno controlado, como puede ser con una persona con la que tengas confianza y luego atrévete en entornos más exigentes.
POTENCIAR MI ENERGÍA OMEGA
Imaginemos ahora que lo que queremos es desarrollar con mayor profundidad nuestra energía Omega, esa que tiene que ver con la emocionalidad y que está enfocada en el ser o sentir. Una energía de mirada holística, que crea, conecta y nutre.
Para conseguir este reto, nuevamente te propongo cinco tips.
Cinco tips para potenciar tu energía Omega
Entrena tu mente emocional. Puedes hacerlo empleando tiempo en construir relaciones y prestando atención a qué pueden estar necesitando las personas que te rodean. Hazte preguntas del tipo, ¿qué debe de estar pensando ante esta situación? O mejor aún, ¿qué debe de estar sintiendo?
Enfócate en el sentir. Se trata de que conectes contigo, de que te escuches, de que te sientas. Ayuda mucho en esta tarea dar paseos tranquilos en la naturaleza y guardar silencio tanto tiempo como te sea posible. También puedes probar con darte algún que otro masaje.
Conecta con tus sentidos. Busca espacios de tiempo durante el día para desconectar el piloto automático del “hacer” y cederle el protagonismo a tus sentidos. Dibuja, escribe, toca algún instrumento, baila suavemente o deléitate con la comida que estés ingiriendo (hazlo en silencio y con plena consciencia).
Baja las revoluciones de tu mente. Puedes practicar la meditación (sentada o bien en movimiento), la atención plena o simplemente tumbarte sin hacer nada y permitiéndote que tu mente campe a sus anchas. No pretendas controlarla, solo déjala a su aire.
Practica la creatividad. Una forma de hacerlo es saliendo conscientemente de nuestra zona de confort. Por ejemplo, queda con personas random, esas que están a tus antípodas, que nunca tendrías en tu círculo de amistades. Hazlo con una actitud exploradora, con la voluntad de observar nuevas perspectivas, aunque a priori pienses que no tienes nada que aprender. ¡Estoy segura de que te sorprenderás!
Espero que estas ideas te inspiren en los siguientes pasos hacia ese espacio de equilibrio maravilloso donde ganamos en bienestar y en acercarnos a ser nuestra mejor versión.
Por si te viene bien, te dejo el link al artículo anterior al que he hecho referencia.