Cuando la generosidad impulsa nuestro desarrollo

Este mundo dual en el que vivimos nos incita una y otra vez a compararnos, a construir nuestra identidad, a dotarnos de valor, en contraposición a las otras personas.
De esta manera, solemos estar en una sostenida y agobiante sensación de lo mucho que nos queda todavía por “conquistar”.
Permíteme que te lo cuente con una especie de metáfora: imagínate que nuestro desarrollo profesional se representa con una escalera. A medida que vamos avanzando en nuestra carrera, vamos subiendo peldaños.
Te pregunto: ¿dónde te sitúas tú en esta escalera imaginaria?
Sigo. Ubicadxs en la escalera, lo que acontece es que casi siempre nos focalizamos en mirar hacia arriba. Nos fijamos (a veces obsesivamente) en personas que ya han conseguido culminar el recorrido, que han llegado al último simbólico peldaño. Y nos comparamos… y anhelamos las cualidades que vemos en esas personas y que no apreciamos en nosotrxs mismxs.
Te pregunto: ¿a quién estás viendo ahí arriba, salvado el último peldaño?
Sigo. Te propongo que, estés en el tramo que estés de la escalera, cambies la mirada. Que te des la vuelta y observes escaleras abajo, que mires a esas personas que están empezando a subir peldaños, a las que se sientan por desánimo o cansancio, a las que se dan media vuelta frustradas, a las que se esfuerzan, a las que te miran a ti que ya estás más arriba.
Te propongo que, con esta nueva mirada, des valor a todo el recorrido que ya has hecho.
Y ya que estamos, te propongo que tiendas la mano simbólicamente a esas personas, que tires de ellas, que las ayudes a saltar de un peldaño a otro. Que lo hagas con generosidad, sabiéndote merecedor o merecedora de estar donde estás, desde esa posición que ocupas a sus ojos privilegiada.
Y ahora, mira de nuevo hacia arriba...a ver si te pasa como a mí: la generosidad me da alas para seguir avanzando.
Que tengas un maravilloso y generoso recorrido.