Imaginemos que, como afirman diversos preceptos de la física cuántica, somos pura energía. Energía densificada, en continua vibración. Y que esta energía que habita en ti y en mí, puede expresarse de múltiples maneras.
Pensemos ahora en la dualidad que nos circunda: día y noche, luz y oscuridad, arriba y abajo, derecha e izquierda, masculino y femenino.
Sigamos imaginando y mezclemos las dos premisas anteriores: energía y dualidad, masculino versus femenino. El resultado sería que nos conforman una energía masculina y otra femenina, que se complementan y que, en el mejor de los casos, nos aportan todo aquello que hace posible que seamos nuestra mejor versión. Pero esto solo pasa cuando están en equilibrio. Entendiendo ese equilibrio no como un punto, sino como un espacio donde una y otra se enriquecen en un perfecto baile simbiótico.
Aunque, en un ataque de realismo, lo que suele acontecer, es que nuestra energía femenina y masculina frecuentemente están en desequilibrio, generándonos malestar y coartando el desarrollo de todo nuestro potencial.
"Nos conforman una energía masculina y otra femenina, que se complementan y que, en el mejor de los casos, nos aportan todo aquello que hace posible que seamos nuestra mejor versión"
ALFA y OMEGA: DEFINICIÓN
Para poder trabajar de una forma más efectiva con estas energías, en su momento vi la necesidad de emplear metáforas de forma que me ayudaran a saltar alguna que otra barrera que imponían ideas preconcebidas. De esta forma, Alfa es la identificación de la energía masculina, mientras que Omega se refiera a la energía femenina. Veamos someramente su definición.
Alfa correlaciona con la mente racional y está enfocada en el hacer. Es una energía pragmática, analítica, capaz de tomar decisiones y de poner límites. Ese tipo de energía que necesitamos si queremos llevar a cabo un proyecto o hacernos respetar.
Omega tiene que ver con la emocionalidad y está enfocada en el ser o sentir. Es una energía de mirada holística, que crea, conecta y nutre.
ALFA Y OMEGA: EXCESO Y DÉFICIT
Tanto Alfa como Omega tienen a su vez dos manifestaciones: la que construye y la que destruye.
Cuando tenemos un exceso de Omega, esta energía nos limita o imposibilita, nos mantiene presxs en el mundo subterráneo del pensamiento, en el fango de las emociones. Se torna una energía amorfa que no nos permite dar forma a nuestros deseos o proyectos, ni tampoco desarrollar nuestros objetivos ni alcanzar nuestras metas. Al tener déficit de Alfa, nos cuesta decidir, defender nuestros intereses, hacernos valer y tendemos, sin quererlo, a nuestra propia invisibilización.
Del mismo modo, cuando tenemos un exceso de Alfa, nos desconectamos de nosotrxs mismxs y damos prioridad a las expectativas y demandas del mundo externo. Nuestro ego se vuelve tenso y ansioso, necesitando un reconocimiento constante y buscando una posición de dominio en todas las situaciones. Nos tornamos intransigentes, individualistas y cada vez más egoístas. Como me dijo una vez una persona que ocupaba un alto cargo de responsabilidad “si no andas con cuidado, se te puede llegar a helar el alma”.
En ambos casos, la sensación es de desasosiego y malestar, emergiendo una clara dificultad en desarrollar nuestro potencial.
ALFA Y OMEGA EN EQUILIBRIO
Lo ideal es que Alfa y Omega se integren en equilibrio en cada quien de una forma eficaz y dinámica, sin que una domine excesivamente sobre la otra de forma permanente. Para ello es preciso familiarizarse con ellas, entender sus características y aportaciones sustanciales y aprender a utilizarlas en función de cada situación y circunstancia. Potenciar ambas energías y conectarlas para lograr ese beneficioso equilibrio.
De esta forma, cada momento requiere de un tipo de energía concreta. Para asumir mayores responsabilidades o para emprender un proyecto, por ejemplo, necesitamos una buena dosis de Alfa que nos permita competir y también otra buena dosis de Omega que nos ayude a ser más creativxs y flexibles para adaptarnos a las circunstancias que nos vamos encontrando en el camino.
Es ese mismo equilibrio que se encuentra en otros ámbitos de la creación. Así, para que se produzca electricidad tienen que existir dos polos de igual fuerza y su combinación es la que genera la corriente eléctrica.
Llevo ya años entrenando a profesionales en el descubrimiento y gestión de sus energías y me asombra siempre cómo el comprenderlas y aprender a gestionarlas les lleva a un siguiente nivel.
En un próximo artículo te compartiré varios tips que te pueden ayudar a seguir avanzando en este apasionante camino de crecimiento profesional (y personal) a través de la gestión de nuestra esencia Alfa y Omega.