Imaginemos que nuestra mente funciona como un ordenador. A lo largo de nuestra vida se nos van instalando (unos voluntariamente y otros sin nuestro permiso) un sin fin de programas que nos permiten realizar multitud de actividades y tareas. De esta forma, podemos disponer de un programa para aprender a leer, otro para saltar a la comba, uno para ser capaces de tomar decisiones,…, pero también de uno que nos haga que en ocasiones nos sintamos inferiores a los demás y de otro que, repetidamente, nos induzca a pensar que no seremos capaces de llevar a término este o aquel objetivo.
Esto es lo que en Programación Neurolingüística se denomina “creencias” siendo potenciadoras aquellas que nos permiten avanzar y limitadoras aquellas que nos lastran y coartan.
Al tratarse de “programas instalados” es preciso que tengamos presente que aquellos que en su momento pudieran habernos servido pero que por el contrario ahora nos limitan, pueden ser “desinstalados” y substituidos por otros cuya función sea ayudarnos a evolucionar.
Frases como “yo soy así” o “no puedo evitarlo” debemos substituirlas por inciertas pues en realidad “yo puedo ser como quiera ser” y “puedo actuar como decida actuar”. Solo es cuestión de desearlo sinceramente.