La Universidad de Harvard desde 1938 está llevando a cabo un estudio sobre la felicidad con 268 individuos provenientes tanto de clases sociales acomodadas como de entornos desfavorecidos. Durante décadas los investigadores han estado siguiendo la vida de estas personas evaluándolas en distintas áreas como por ejemplo su nivel de estudios, poder adquisitivo, dependencias o relaciones interpersonales.
A través de encuestas periódicas los científicos han ido obteniendo una gran cantidad de datos que les han permitido sacar conclusiones entorno a lo que contribuye o no a nuestro bienestar emocional.
El estudio concluye que lo que más nos acerca a la felicidad no tiene nada que ver con la posesión sino con el hecho de tejer relaciones personales satisfactorias.
Siendo así y derivado de la cantidad de tiempo que consumimos en nuestra ocupación laboral, es de vital importancia que nos esforcemos en generar un ambiente de trabajo placentero, donde nos sintamos confortables. Además de proporcionarnos un mayor bienestar emocional, de bien seguro incrementará nuestro nivel de compromiso que a su vez redundará en mayor excelencia en nuestra prestación. Y si hacemos bien las cosas y además somos reconocidos por ello, crecerá nuestra autoestima que revertirá a su vez en bienestar emocional.
Las relaciones humanas son complejas y no siempre es fácil llevarse bien. Pero si se tiene la voluntad de que así sea es posible conseguirlo. Según expresa el Dr. Miguel Ruiz en su libro titulado “Los cuatro acuerdos” existen 4 aspectos esenciales que pueden contribuir de una forma relevante a mejorar nuestras relaciones.
En primer lugar habla del hecho de ser impecables con las palabras. Según el Dr. Ruiz, no son solo sonidos o símbolos escritos sino que son la herramienta más poderosa que poseemos los humanos. Una sola palabra puede cambiar una vida para bien o para mal. Así que tomemos conciencia de ello y utilicemos las palabras de una forma responsable cuya base sea siempre la verdad.
En segundo lugar menciona la necesidad de no tomarnos nada personalmente. Cuando lo hacemos, nos sentimos ofendidos y reaccionamos defendiendo nuestras creencias y generando conflictos. Sentimos la necesidad de tener razón y de demostrarlo. Cuando una persona nos ofende, en realidad lo que está expresando es fruto de sus propias creencias, sus frustraciones y su forma particular de ver el mundo. Por lo tanto, no tiene que ver con uno mismo sino que concierne íntegramente a la otra persona.
El tercer aspecto relevante según el Dr. Ruiz consiste en no hacer suposiciones. Tendemos a realizarlas sobre cualquier cosa y el problema es que creemos que lo que suponemos es cierto, que es real. La manera de evitar las suposiciones es preguntar y escuchar. Ofrecer y pedir feedback para no dar pie a conjeturas.
Y por último y englobando a los tres anteriores está el cuarto aspecto cuyo fundamento es hacer siempre lo mejor que se pueda. Significa actuar porque se desea hacerlo no porque se espera una recompensa por ello.
La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario y emprenden la acción cuando esperan un beneficio lo que conlleva que no disfruten al hacerlo. Si hacemos las cosas con el compromiso íntimo de hacerlas lo mejor posible acabaremos dándole sentido a todo nuestro quehacer. Y lo que tiene sentido para nosotros nos genera bienestar que, a su vez, es el camino hacia la felicidad.