Una característica de nuestra sociedad es la incapacidad de armonizar lo que se quiere y lo que se hace. Si realizáramos una encuesta entre la gente que nos rodea sobre las cosas más importantes de su vida y el tiempo que destinan a cada una de ellas, nos daríamos cuenta de que la relación entre prioridades y dedicación tiene una relación contraria.
Un alto porcentaje de las personas dedica el grueso de su tiempo a lo que menos le importa. Individuos que declaran que su prioridad absoluta es la familia paradójicamente le dedican un porcentaje reducido de su tiempo. Otras que manifiestan que les gusta conocer distintas culturas, hablar otras lenguas o practicar deporte al aire libre no tienen en sus agendas ninguna actividad que satisfaga estas inquietudes y les regale un montón de buenos momentos capaces de iluminar la rutina.

No dejes que tu vida esté llena de continuas renuncias. De las inevitables y de las otras. No vivas tu vida por inercia. Párate y piensa que tareas y actividades realizas. Clasifícalas: trabajo, amigos, familia, ocio y crecimiento personal. A continuación dale un peso a cada una. Por ejemplo, el 65% de tiempo dedicado al trabajo, el 10% a la familia, el 1% a practicar deporte (por tanto ocio), etcétera.
Una vez lo tengas finalizado, determina que relación guarda lo que quieres hacer con lo que estás haciendo. Si no está equilibrado, piensa en que medidas tomar para que lo esté. Y ahora ¡ánimo y hazlo!