En general y en los distintos ámbitos de nuestra vida, lo cierto es que nuestras habilidades comunicativas suelen ser mejorables. Si tienes pareja, piensa si alguna vez ha habido algún malentendido por falta de comunicación, por tomar decisiones a base de conjeturas y no después de un diálogo pausado. Y en el grupo de amigos o en el ámbito familiar, ¿alguna desavenencia o distanciamiento por no haber expresado un sentimiento a su debido tiempo? Y ¿qué decir de los debates sordos entre políticos que nos muestra orgullosamente la televisión?
Se mire por donde se mire, es evidente la falta de comunicación. Pero no es tan solo una cuestión de cantidad de información sino también de calidad. Y es que la única forma de bien comunicar, de establecer un diálogo sincero es hablar des de la congruencia, des de nuestro centro, des del corazón. Por que, al fin y al cabo, la comunicación es simplemente un intercambio de emociones.