
Moonwalkers, empresas que dejan huella fue el sugestivo título con el que Canal CEO nos retó a Juan Goñi, CEO de Cinfa y a mí misma tras invitarnos a participar como ponentes en su segundo Think Tank. Dos preguntas puse encima de la mesa:
¿Qué significa dejar huella?
Recuerdo con toda claridad cómo a principios de siglo, cuando yo estaba en pleno desarrollo de mi carrera profesional en el mundo financiero, un personaje de Wall Street iba destacando más y más por su forma exitosa de manejar inversiones, obteniendo rentabilidades espectaculares. Nacido en Estados Unidos, empezó su lucroso negocio granjeándose la confianza de la comunidad judía para luego extender sus tentáculos hacia otros grupos de interés y países. Se había convertido en un gurú de las finanzas, un personaje respetado, imprimiendo una huella cada vez más profunda en su sector.
¿Qué tipo de huella queremos dejar?
El personaje al que me he referido en la anterior pregunta era Bernard Lawrence Madoff quien en diciembre de 2008 fue detenido por haber estafado 64.800 millones de dólares mediante un esquema ponzi. Miles de personas perdieron sus ahorros y, terriblemente, demasiadas perdieron la vida suicidándose. Esa huella de prestigio y admiración que había imprimido pasó a ser una huella funesta y destructiva.
De esta historia, el gran aprendizaje para mí fue que una huella solo tiene sentido si reporta un beneficio colectivo. Lo demás son estampas del ego. Tras las dos preguntas, puse una propuesta encima de la mesa:
Maslow registraba en la cúspide de su Pirámide la «necesidad de autorrealización», ese anhelo que, cuando se satisface, proporciona sentido a la vida. Llevado al ámbito profesional, estaría vinculado con el legado o con la voluntad de poner al servicio de la comunidad la experiencia acumulada tras un largo recorrido profesional. Una experiencia capaz de generar algo positivo para el beneficio colectivo.
Imaginemos que dibujamos el contorno de nuestra mano en una hoja de papel.
Simbólicamente esta podría ser nuestra huella. Démosle ahora significado a cada uno de los dedos.
Dedo Corazón. En el centro, el más largo de nuestros dedos. Una atalaya, el que otea. El que nos insta a responder la pregunta: ¿Cuál es mi visión? ¿Cuál es la huella que yo quiero dejar?
Dedo Pulgar. El del poder… ¿recuerdas como los emperadores romanos indicaban la muerte mostrando su mano con el pulgar hacia abajo o la vida con el pulgar hacia arriba? El poder es la energía de la posibilidad así que la pregunta a responder aquí sería ¿Qué puedo hacer para dejar la huella que quisiera dejar?
Dedo Índice. El que señala, el que marca el camino, el que guía. Es el dedo del ¿Cómo puedo dejar esa huella?
Dedo Anular. Ese donde se suele colocar el anillo de boda…es el dedo del compromiso, del ¿para qué quiero dejar huella?
Dedo Meñique. El más pequeñín, quizás el que parece más insignificante… pero nada más lejos de la realidad. ¿Sabías que si nos cortan el dedo meñique podemos llegar a perder hasta el 50% de fuerza en nuestra mano? Es el dedo donde muchas tradiciones atan un cordel rojo, ese que simbólicamente nos une de por vida con otra persona… es, sin duda, el dedo de la conexión. Y me reta a responder una gran pregunta: ¿para qué quiero dejar huella?
Una mano, cinco dedos, una huella. Una visión, cuatro preguntas. Una visión capaz de responder a estas cuatro poderosas preguntas es, sin duda, una visión que dejará huella.
Fue delicioso y muy inspirador cuando Juan compartió su visión como CEO y muy enriquecedor el debate que se generó.
Gracias Canal CEO por propiciar estos espacios y a Noemi Boza, Cristina Chollet, Ana Mallada y Elena Carrascosa por vuestra apuesta decidida hacia un nuevo liderazgo.
Maravilloso el espacio de Deusto Business School.
