En una época no tan lejana la vida de muchas personas giraba entorno a la religión. En ese entonces se edificaban iglesias y catedrales mientras que en la actualidad construimos fábricas y edificios de oficinas pues nuestro día a día tiene su centro neurálgico en el trabajo.
Siendo así, dedicando más de un tercio de nuestra vida al ámbito profesional, es necesario que reflexionemos y, si no lo tiene, dotemos nuestro trabajo de sentido. Cambiar la mirada y darle una perspectiva distinta, ensalzar sus aspectos positivos y focalizarnos en que no sea un mero trámite sino en añadir auténtico valor a nuestros clientes acaba siendo más que satisfactorio.
Nuestro paso por la vida es efímero y merece la pena intentar que cada instante sea maravilloso.
Jorge Bucay lo expresa magistralmente en su poema Brevedad:
“He nacido hoy de madrugada.
Viví mi niñez esta mañana
Y sobre el mediodía
Ya transitaba mi adolescencia.
Y no es que me asuste
Que el tiempo se me pase tan deprisa.
Solo me inquieta pensar
Que tal vez mañana
Yo sea demasiado viejo
Para hacer lo que he dejado pendiente.”